Mérida

La ciudad romana fue fundada en el año 25 a.C. -Emperador Augusto- por el Legado «Publio Carisio», para que sirviese de retiro a los veteranos de las «V Alaudae» y «X Gémina» legiones que habían luchado en las guerras cántabras.

A pesar de estar situada en una zona poco romanizada y rodeada de tribus: Vettones, Túrdulos, y Lusitanos, pronto empezó a ser un foco importantísimo de la región con casi 50.000 habitantes. Su ubicación era perfecta: al estilo de las «ciudades-puente» romanas -Córdoba, Toluse- se situó al margen del río Guadiana y en la confluencia de importantes vías de comunicación. Las colinas que la circundan no solo la protegen, si no que son el sitio perfecto para la construcción de grandes edificios públicos -Teatro y Anfiteatro-. Cerca existían manantiales de agua, materias primas de construcción, tierras productivas, bosques… Todo esto unido a que la planimetría de la ciudad era perfecta, con calles perpendiculares en toda la extensión de la ciudad, contribuyó a que Emerita Augusta se convirtiese en una de las ciudades romanas más importantes.

Su crecimiento fue importantísimo, pasando pronto, a ser la capital de la Lusitania, una de las tres provincias en que se dividía a la Hispania Romana. En el año 15 a.C., Marco Agripa dona el Teatro como legado a la fundación de esta provincia y de su capital, acometiendo, además, otras grandes obras de acondicionamiento. Para entonces ya se había construido la murralla y planificado urbanamente la ciudad con su Kardo maximus, Decumenus y con el Foro Municipal en el se ubican los templos de culto Imperial: de Diana y de Marte.

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