Todos hemos experimentado alguna vez ese sentimiento de vacío cuando las vacaciones terminan y debemos regresar a la realidad de nuestra vida diaria. Con algo de nostalgia nos vemos obligados a abandonar maravillosas atracciones naturales, ciudades históricas y playas paradisíacas en las cuales, durante unos pocos días, nos desconectamos de nuestra vida cotidiana y vivimos innumerables momentos de descanso, diversión, placer y asombro. Las vacaciones, más allá de representar un alto en la rutina y una oportunidad de descanso, tienen un profundo significado personal, ya que nos permiten compartir momentos inigualables con nuestros amigos, nuestra familia e incluso con nosotros mismos, además de ofrecernos una oportunidad única para descubrir y conectar con el maravilloso y diverso planeta que habitamos.
Dado el valor personal que tienen las vacaciones, es natural querer documentarlas. Cada uno de nosotros tiene algo de historiador y quiere poder recordar y dar testimonio de cada momento, olor y sabor de aquel lejano lugar del que alguna vez, aunque fuese por unos pocos días, formó parte. Sin duda, llevar un diario escrito es un excelente método para inmortalizar nuestras impresiones y vivencias. Siglos y siglos de tradición oral nos han enseñado que la mejor forma de recordar una historia es contarla. Así que no se deje desanimar por no ser un buen escritor y tómese el trabajo de escribir sus propias apreciaciones sobre el lugar que está visitando. Cuando algunos años más tarde revise estas páginas y pueda revisitar en su mente aquel tiempo y lugar, se dará cuenta de que no fue en vano.
Probablemente en este momento esté pasando por su mente aquel dicho popular que afirma: “Una imagen vale más que mil palabras”. Es cierto. Y si usted es un turista medianamente comprometido con la memoria, se asegurará de que en su equipaje no falte una cámara fotográfica. Dedique unos minutos de vez en cuando a tomarle fotos a aquello que llame su atención. Este será el complemento perfecto para su diario ya que a su punto de vista único y personal del lugar, le sumará una completa colección de imágenes originales. Por supuesto, usar una cámara de video no estaría de más, sin embargo, teniendo en cuenta que su precio es más elevado y que son más delicadas y menos portables, es normal que no quiera tomarse la molestia. Al fin y al cabo, uno está de vacaciones y no rodando un documental.
Una vez esté de vuelta en casa, digitalice sus fotos y transcriba su diario. Esto disminuirá el riesgo de que pierda el único recuerdo fiel de su viaje. Por último, es importante que no deje que estas memorias queden sepultadas en una de las carpetas de su ordenador. Existe una gran variedad de fabricantes de fotolibros personalizados, que le permiten acceder a un sencillo editor online mediante el cual puede crear su propio álbum de fotos de calidad profesional con las mejores imágenes y textos de su viaje. Al cabo de unos días recibirá su fotolibro por correo y cada vez que lo desee podrá revisitar en su mente los mejores momentos de su vida.