¿Porqué Viajar a París en Diciembre?


La “Galette de Rois” es la versión francesa de nuestro roscón de Reyes que proviene, dicen, de un cocinero de la corte de Luis XV que quiso agasajar al monarca en el día de la epifanía. La joya que deseaba regalarle ocupaba un lugar entre la masa de hojaldre y almendras, una idea que se extendió entre la aristocracia durante su mandato al causarle gran admiración. Algo más tarde se expandiría por Europa hasta llegar a España. Lo cierto es que, sea este su origen o no, en España acompaña a nuestro tradicional reparto de regalos mientras que en regiones de Francia, como Montbéliard, la vieja Tia Airie distribuye presentes sin necesidad de pastelito que le acompañe en la madrugada del 25 de diciembre.

La navidad suma a estas un buen número de tradiciones que identifican por su singularidad a determinados pueblos y que al menos suelen coincidir en una, el alumbrado navideño. París no necesita grandes desembolsos para que se le considere la ciudad de las luces; ya desde el siglo XVIII ostenta en su imaginario la apertura intelectual y el desarrollo de las artes. A pesar de ello no podemos negar que la decoración navideña engalana aún más si cabe la ciudad que en otras temporadas, en las que dispone de una sorprendente iluminación nocturna de sus monumentos.

Desde el 23 de noviembre y hasta el 15 de enero, los visitantes tendrán la oportunidad de descubrir este nuevo escenario para el que podríamos seguir numerosas rutas pero entre las que no podemos olvidar ciertas paradas. Más de 125 calles y plazas rivalizan con los diseños de las galerías comerciales más famosas. Las Lafayette, Le Bon Marché o BHV tomaron la iniciativa de las Printemps como propia y cada año rivalizan en la mejor propuesta. No hay que pasar por alto la oportunidad de ver el árbol de siete alturas que engalana la cúpula de las primeras en el boulevard Hassmann. Además, podemos aprovechar la visita para subir al mirador y contemplar el París nocturno que en diciembre se inaugura a partir de las cinco de la tarde.

La torre Eiffel destella cada hora en punto durante cinco minutos mientras que frente al palacio de Chaillot se encienden las luces del las fuentes en los jardines de Trocadero. Un espectáculo para los que hay que tener controlado el reloj, pero que no es la única manera de vivir la celebración navideña parisina. Los Campos Elíseos dejan una estela de luces hasta el arco del Triunfo, mientras que en la plaza de la catedral Notre Dame se celebra las fiestas con el habitual abeto de bolas rojas.

Hasta este momento el desembolso económico ha sido mínimo, pero la Navidad se traduce en adornos caseros y para su adquisición nos será muy útil el mercado de flores y pájaros. Puede que nos abrume la variedad de objetos navideños entre los que debemos adquirir al menos una corona de adviento, típica en las mesas de celebración francesas. Común entre los parisinos es hacer uso de las pistas de patinaje sobre hielo del barrio de Montparnasse, la plaza del Ayuntamiento o frente al Hotel de Ville, además de hacer excursiones a los alrededores.

Si viajamos con niños es una buena idea conocer a Disneyland (a 34 kilómetros), pero si buscamos algo más especial debemos acercarnos a Amiens. A una hora de Paris toparemos con las luces de su catedral, declarada patrimonio mundial por la UNESCO, junto al habitual mercado de adornos festivos.

A nuestro regreso y durante la estancia en la capital francesa debemos determinar dónde vamos a pernoctar. En estas fechas se amplia el abanico de posibilidades y aumentan los precios. Si buscamos algo estrambótico podemos contemplar la posibilidad de instalarnos en un iglú en la región de Aquitania u hospedarnos cerca de la casa de Papá Noel y sus duendes en Champagne-Ardenne. Estas y otras alternativas similares supondrán un importante desembolso económico por lo que se aconseja al viajero con pocos recursos apuntarse a la moda de los albergues en París. Si tenemos presente un gasto de unos 20€ la noche en estancia compartida quizás podremos llevarnos de recuerdo alguno de los 13 postres que caracterizan el fin de año de una localidad más al norte de París, Lille.

Por: Sonia L. Baena

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