La Catedral de St. Paul es una de las iglesias cristianas más grandes que se han construido nunca.
Aunque para entrar es necesario pagar entrada, lo cierto es que vale la pena hacerlo ya que, además de ser un edificio precioso y muy rico arquitectónicamente, a menudo ha estado presente en la historia de la ciudad. Se han celebrado aquí bodas reales, funerales o incluso celebraciones de guerras terminadas.
Artísticamente contiene una gran colección con obras que datan desde la época medieval hasta la victoriana. Como curiosidad, decir que esta colección (junto con todo el edificio) estuvo a punto de ser destruida durante el bombardeo alemán en la II Guerra Mundial, pero se salvo de forma milagrosa.