Ya no hay Eurocopa pero el país tiene cientos de rincones por visitar.
Wroclaw está en suroeste del país, en lo que se conoce como baja Silesia, junto al río Oder. Wroclaw es su nombre en polaco pero también se la conoce como Breslavia, y será Capital Europea de la Cultura en 2016 junto con San Sebastián.
Curiosamente es conocida como la Venecia del país ya que su situación, en donde el río se divide en varias partes, la dota de la magia que toda ciudad bañada por el agua posee. Más de 100 puentes pasan por encima de sus más de 10 islas en las que de este modo queda dividida.
Con algo más de 600.000 habitantes es una ciudad joven donde la cultura más contemporánea confluye con la arquitectura más clásica. Un estilo gótico y barroco que podemos ver en muchos edificios del lugar, como la Catedral de San Juan Bautista o la Universidad (construida en 1811). También algo de renacimiento como las casas de la plaza del mercado, una de las más grandes de Europa por cierto. A las afueras también hay lugares reseñables como el museo de Geología y Minerología o un barrio residencial que data de 1920 y fue construido por importantes arquitectos alemanes. Además, el cementerio judío que se encuentra cerca de la ciudad es de los pocos de la comunidad que no fue destruido en la II Guerra Mundial.
Politicamente convulsa. Wroclaw, por su emplazamiento, ha estado bajo gobierno checo, alemán y austriaco para, finalmente, volver a Polonia. Ahora, joven y en constante crecimiento, esta llena de estudiantes que le dan a sus noches una vida que puede llegar a ser la envidia de otras grandes ciudades.
El clima no es tan arduo como puede serlo más al norte del país. La temperatura en verano se queda en unos 20 grados pero en invierno no es tan fuerte como Cracovia, siendo de unos menos 2 grados. El frío siempre es el miedo de viajar a este tipo de países pero, adelante, es aceptable para visitar en cualquier época del año, aunque ten en cuenta que cuando más llueve es en noviembre y cuando menos en septiembre.