Maldivas está formada por 1.190 islotes, de los cuales sólo 198 están habitados. Y es, con sus apenas 350.000 habitantes el país menos poblado de Asia, además de la nación islámica más alfabetizada del mundo, con un tasa del 97%.
La religión predominante en las Maldivas es el Islam y fue, a lo largo de la historia, una colonia portuguesa, holandesa y británica. Luego tuvo un período de república, seguido por uno de sultanato y un regreso a la república en 1968, pero tan solo ha habido 2 presidentes desde 1968, por lo cuál es un sistema republicano bastante peculiar.
Como «Paraíso del Amor». Así parece haber sido diseñado este grupo de atolones coralinos situado a 678 km al suoeste de Sri Lanka donde cada hotel es un grupo de villas individuales, situadas en la playa o en medio del mar.
Arena blanca y aguas cristalinas, esa es la definición del paraíso y eso es lo que encontrarás al viajar a Maldivas, un oasis en medio del mar, no comparable con otros archipiélagos de tierras abruptas, sino sólo con otro lugar en el mundo La Polinesia, por la riqueza y colorido de su fondo marino; y las construcciones de tintes similares.
«Allí todo se alcanza, depende del nivel que buscas», apunta, y cuenta cómo hay hoteles, de un máximo de 15 o 20 villas, cuya exclusividad se puede medir por un precio que no baja de los mil dólares por noche.
Claro que, a cambio, el cliente cuenta con cocinero y mayordomo privados las 24 horas del día. «¿Para qué sirve?. Para que te den mimos, para sentirte mimado y cuidado», explica el directivo de Nuba, quien comenta cómo, si bien los recién casados son un cliente estrella, ahora ha surgido otro tipo de pareja, con edades a partir de 40 o 45 años que se van una semana para relajarse y cuidarse.
Desde la cena en medio del mar, en una especie de pequeño atolón donde preparan una cena para dos, acercan a la pareja en una embarcación, y sólo vuelven para recogerla cuando lo desean.
Hasta un picnic al anochecer en la playa llena de antorchas. O una cena a bordo de un velero típico de las islas, sin olvidar un crucero con la puesta de sol, tomando un cóctel en una de esas barquitas…. O pedir que organicen una visita privada a una pequeña isla.
«Allí todo se alcanza».
Pero también «todo se paga» pues Maldivas no es un país productor, no exporta. Todo lo que se consume en las villas se tiene que traer de fuera, empezando por la comida y la bebida, desde vinos a alcoholes…. «Pero en los hoteles hay unas ofertas gastronómicas y unas cartas de vinos brutales», explica Puertas.
Algo que el viajero suele firmar ya en origen es alguna petición que elige para ser recibido al llegar a la villa. Como alguna botella de champagne, flores, frutas, chocolates…. «Y allí el ambiente es muy cuidado, son muy detallistas. Desde los pétalos de flores con que siembran la habitación, el baño y la piscina privada, hasta las velas de olor..», comenta Daniel Puertas.