Petra, la ciudad rosa del desierto jordano, es conocida, sobre todo, por el bello color de sus piedras. A menudo se olvida su importancia histórica, como sede de los edomitas, enemigos de Israel en el Antiguo Testamento y más tarde de los nabateos, pueblo nómada árabe de excelentes comerciantes, intermediarios entre el Próximo Oriente y Occidente.
Sólo el pueblo romano, en el siglo 11 d.C. cambió la suerte de Petra, que permaneció olvidada durante diez y siete siglos.
En el actual reino de Jordania, en los límites del mundo civilizado occidental, se encuentran las ruinas de la antigua ciudad de Petra «LA PIEDRA», término que no parece referirse a una ciudad, sino a un elemento del reino mineral.
En los últimos tiempos, el esfuerzo de los viajeros y arqueólogos ha permitido conocer quienes eran sus habitantes, donde vivían, qué pensaban y cuales eran sus dioses. En el sentido actual de la palabra, entendemos el término «ciudad» como «un conjunto de calles y edificios», o «un núcleo de población, generalmente grande, que antiguamente gozaba de mayores prerrogativas que las villas».